martes, 4 de febrero de 2014

Curando las cicatrices de la ciudad



Caracas, como cualquier ciudad, tiene dolientes. Los tiene porque todo cambio, toda intervención y todo evento en la ciudad tienen un impacto que va más allá de sus límites. Caracas, es una ciudad que no termina de curarse de sus enfermedades: la desigualdad, la pobreza, la inseguridad, el miedo… son síntomas latentes de un problema mayor. A nuestra ciudad le falta ser ciudad y a nuestra gente, le falta ser ciudadanos.



Nos falta infraestructura, nos faltan comercios, nos faltan aceras, nos faltan calles para todos (no sólo para el carro). Nos falta verde, nos faltan parques, nos faltan plazas, nos faltan espacios de encuentro. Pero más allá de todo eso nos queda la tarea importantísima de superar nuestras diferencias para empezar a confiar unos en los otros y de crear mecanismos para lograrlo.

Veo a Caracas, y veo a una ciudad que tiene una deuda grandísima consigo misma y con sus ciudadanos. Veo las quebradas y los ríos sucios, u ocultos; veo calles vacías de gente y llenas de humo de escape; elevados y vías que no llevan a ninguna parte y gente que no se habla ni se saluda. En fin, estamos cautivos en nuestra propia ciudad, víctimas de nuestra propia gente y presa de nuestros propios miedos.

Es posible que existan muchas salidas a estos problemas que sufrimos y lo más probable es que desde todas las disciplinas existan propuestas para superar las barreras que vivimos. Sin embargo, una de las cosas que menos se ha hecho es atacar estos problemas desde lo urbano. Desde el diseño, desde la intervención de la ciudad, desde el compromiso ciudadano con un proyecto de mejora de la ciudad, con una idea de cambio del espacio; en fin, con ganas de transformar nuestras grandes debilidades en las más envidiables fortalezas.

Esto no es una oda al diseño, ni mucho menos una defensa a la necesidad de rediseñar la ciudad para sacar a los “indeseables”. Sino más bien rescatar el proceso de diseño como una herramienta para crear esos espacios que necesita la ciudad, al mismo tiempo que sanamos la ruptura social que vivimos.

Para ello tres ejemplos para mí valiosos: la creación de espacios públicos en Sucre, la recuperación del Boulevard Sabana Grande y La Línea Verde en Aguascalientes, México.

El primer ejemplo, el de Sucre, se centra en la necesidad de reducir la inequidad social y económica que sufre la población Venezolana – sobretodo la pobre y urbana, a través de la intervención de zonas informales para generar espacios públicos. Se trata de curar los problemas de salubridad, de inseguridad, de informalidad, de precariedad y hasta cierto punto de estética, que impactan negativamente en la vida de los habitantes de los barrios. El proceso, busco principalmente acercar el trabajo y la toma de decisiones a la comunidad. De forma que todas las intervenciones fuese catalizadoras de un proceso de generación de identidad y de fortalecimiento de la comunidad y del entorno que la contiene.

 
Espacios Sucre. Boulevard Praga (Arriba) y Parque Los Querubines (Abajo).
 El segundo ejemplo, el de Sabana Grande, busco rescatar un espacio que había perdido su belleza y su importancia por el descuido y los embates del tiempo. El proyecto busco recuperar y revalorizar espacios para el disfrute del peatón, privilegiándolo sobre el vehículo privado. El proceso además, se centró en recuperar el valor patrimonial de ese espacio, al tiempo que se generó un espacio de calidad para el encuentro de la ciudadanía.

Boulevard Sabana Grande (Antes y Despues)
 El tercer y último ejemplo, esta vez en México, se centró en recuperar espacios en zonas deprimidas de Aguascalientes. Específicamente, la trasformación de terrenos baldíos en parques. El objetivo, no solo era crear un espacio de calidad, sino también involucrar a la comunidad y atender sus necesidades más inmediatas para mejorar su calidad de vida. Como resultado, el parque cuenta con espacios deportivos, programas de bienestar social y programas culturales. Además, el nuevo espacio logro reducir los robos y asaltos en la zona y mejoró la salud de los ciudadanos.

 
La Linea Verde. Aguascalientes, Mexico.
 Una de las cosas que todos estos proyectos tienen en común, es resaltar el valor del espacio público como espacio de valor social para la integración de la comunidad con su entorno y de brindar una mejor calidad de vida. La importancia de la estética en todos estos proyectos es fundamental, ya que tenemos que crear conciencia de que los espacios públicos (los parques, las calles, las plazas, etc.) son espacios de responsabilidad compartida y deben ser cuidados por todos. Pero lo más importante es, quizás, que estas intervenciones están intentando sanar (al menos en parte) muchas de esas cicatrices que tiene cada ciudad.

@jomagumo

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