miércoles, 10 de septiembre de 2014

El proceso de urbanización y sus implicaciones en Venezuela


La ciudad de Caracas. Fuente: CaracasDesign

 El urbanismo es una disciplina que pudiéramos llamar reciente. Nace, creo yo, de la necesidad de entender mejor el funcionamiento del medio construido y, en especial, los asentamientos humanos. Desde un punto de vista científico –hasta histórico [si lo estiramos un poco], la arquitectura, la geografía, la sociología, la demografía y otras ciencias sociales, se vieron un poco limitadas en su entendimiento parcial de un fenómeno tan complejo y rico como es la ciudad. El urbanismo, nace entonces como una forma de enfrentar al problema “ciudad” con un enfoque multidisciplinario.

Este problema o cuestión, se puede ejemplificar de forma clara con una revisión rápida del tema de la urbanización como proceso. Gordon McGranahan y David Satterthwaite, en un paper publicado este año acerca de este tema, comienzan con una advertencia: los conceptos asociados al proceso de urbanización todavía requieren revisión y es fundamental  la claridad de estos conceptos para enfrentar los nuevos retos que representa la expansión urbana en el Sur Global.

Estos conceptos y estas cuestiones, son relevantes en la medida que arrojan pistas sobre los cambios que deben darse en la forma en que entendemos la urbanización en Venezuela y hacia donde deberían estar dirigidas las políticas públicas en esta materia.


                Un primer punto que establecen los autores es el tema de la diversidad de conceptos e indicadores relacionado al tema de lo urbano.
·         En primer lugar, lo urbano supone diferentes cosas en diferentes lugares. Los autores argumentan que “incluso las estadísticas de población urbana y rural de las Naciones Unidas dependen de las definiciones de urbano y rural que varían según el país.” Esto quiere decir que un primer problema está relacionado a los conceptos que se usan a nivel mundial y las repercusiones que esto tiene a la hora de hacer políticas públicas. Resaltan los autores que, “Solo alrededor de un cuarto de los países utilizan criterios relacionados a población y densidad, y aunque incluyan criterios demográficos, estos criterios varían considerablemente”. En el caso de Venezuela, el criterio demográfico que se utiliza es el de considerar urbana a localidades con más de 2.500 habitantes. Esto quiere decir que el proceso de urbanización se dio –al menos, de dos maneras: el éxodo de localidades rurales a zonas urbanas [emblemático de la explosión petrolera] y crecimiento de localidades rurales que adquieren el carácter urbano al pasar el umbral poblacional establecido.
·         En segundo lugar, se plantea la crítica a los diversos conceptos de urbanización. En este sentido los autores lo definen como “el cambio de la población de asentamientos rurales a urbanos”. Esto quiere decir que en el caso Venezolano, los asentamientos rurales que pasan a ser urbanos bajo el criterio demográfico, quedarían exentos de pertenecer al “proceso de urbanización” estrictamente hablando. Sin embargo, el hecho de que Venezuela es un país altamente urbanizado nos exime de alguna manera de este problema. Según el INE, la población urbana en Venezuela representa el 88,8% de la población total.
·         En tercer lugar, otro problema es el uso de “técnicas de proyección urbana simplificadas y dependencia data censal”. Lo importante de este punto es que los países que dependen de proyecciones de población y que realizan censos muy separados en el tiempo [cada 10 años] –como sucede en Venezuela, reduce la fiabilidad de las proyecciones y de las políticas que se proponen con base en estos datos. Un problema que no podemos pasar por alto en Venezuela.

                De esto se desprende que por un lado que Venezuela actualmente tiene un “bajo nivel de urbanización” porque la mayoría de la población ya hizo la transición del medio rural al medio urbano; por otro, que tener una población urbana exige entonces evaluar la política urbana no desde una dicotomía urbano-rural [donde expresan los autores que es cada vez más “difusa”] sino de la multiplicidad de formas urbanas que existe en el país de cara a un ordenamiento armónico de las ciudades.

Esta realidad urbana del país demanda que evitemos el discurso anti-urbano, que enfoquemos las políticas públicas en mejorar la calidad urbana de nuestras ciudades, y que estas políticas sean lo suficientemente flexibles para que atiendan  a las ciudades pequeñas, medianas y grandes. Esto porque como mencionan McGranahan y Satterthwaite: “algunas de las más importantes ventajas urbanas, requieren infraestructura, políticas y planificación que soporte la transición a ciudades más resilientes, saludables y sostenibles”.

Las consecuencias más palpables de este proceso y lo que implica en la realidad Venezolana, es que los cambios en la población urbana de nuestras ciudades estarán dictados por migraciones inter-ciudad y crecimiento [o decrecimiento] interno de la población, más que por migraciones rural-urbanas. Como bien mencionan los autores: “la urbanización es un proceso abierto local y mundialmente. Al nivel local, es muy difícil predecir qué ciudades serán exitosas y cuales no; y sus consecuencias en las economías urbanas y rurales. Las diferencias, por muy pequeñas que parezcan, y las decisiones que se tomen, harán toda la diferencia”. Esto a mi manera de ver, impone mayor presión en las políticas que se den a nivel local [es decir municipal y en algunos casos estadal], que en políticas que puedan darse desde el nivel nacional. Sin embargo, no se puede negar que deben darse cambios en las Leyes Nacionales para permitirle a los Municipios la suficiente autonomía y flexibilidad para enfrentar estos cambios.

La dicotomía urbano-rural, que cada día pierde más peso en Venezuela, empieza a entenderse ahora como una relación entre lo urbano y lo rural donde el éxito del medio urbano dependerá de la relación que tenga con el medio rural. Sobretodo porque gran parte de la población se mueve no sólo entre lo urbano-rural sino también entre distintas formas de lo urbano [sub-urbano, peri-urbano, urbano en sus distintas escalas y tamaños, etc.] lo cual complejiza los aspectos políticos, administrativos y de planificación intrínsecos al manejo de las ciudades.

                El nivel de urbanización en Venezuela también nos presenta un escenario de cara a un desarrollo sostenible de nuestras políticas urbanas. En el último capítulo del paper, McGranahan y Satterthwaite hablan de la relación entre urbanización y desarrollo sostenible. El punto más importante de esta relación es –quizás, que “la urbanización permite progresar en las dimensiones económicas, sociales y ambientales” [referidas al desarrollo sostenible].
·         En el aspecto económico, “la aglomeración urbana genera oportunidades económicas para mayor especialización y producción, con menores costos de transporte y transacción”. Sin embargo, la clave de aprovechar los beneficios económicos de la urbanización, se centran en saber aprovechar las ventajas y reducir los aspectos negativos de la aglomeración urbana como “la congestión y el hacinamiento urbano”.
·         En el aspecto social, el tema que cobra más importancia es “la pobreza y desigualdad urbana” que en Venezuela son característicos de nuestras ciudades. Sin embargo, aunque los medios urbanos pueden aumentar estas desigualdades, los autores argumentan que “las medidas para inhibir la urbanización pueden amplificar estas desigualdades”.
·         En el aspecto ambiental, se destaca el hecho de que se debe buscar promover los beneficios ambientales que supone vivir en la ciudad y al mismo tiempo asegurarse de que una ciudad eficiente y ambientalmente responsable no suponga que se esté externalizando a otros lugares los efectos negativos. Otro factor importante es el hecho –que no sorprende a nadie, que son “los sectores más pobres los que habitan zonas de baja calidad ambiental y paradójicamente, son quienes emiten menos gases de efecto invernadero”.

                En resumen, las implicaciones del proceso de urbanización en Venezuela son tres:
1.       Es necesario definir criterios que complementen el dato demográfico como factor decisivo para delimitar las áreas rurales y urbanas. Esto debería además, permitir diferenciar entre las distintas formas que puede tomar “lo urbano”.
2.       Es imprescindible que los municipios, o las ciudades [en Venezuela necesitamos empezar a trabajar con organizaciones a nivel de ciudad –aunque esto representen áreas intermunicipales], tengan mayor poder para gestionar sus políticas públicas, lo cual incluye capacidad decisional, técnica y recursos.
3.       Por último, la gobernanza en nuestras ciudades será crucial para ser sostenibles. Solo a través de sistemas de gobierno estables y eficientes será posible aprovechar los beneficios de la aglomeración urbana, reducir sus efectos negativos, y transformar las ventajas económicas en una mejora de la infraestructura de la ciudad para reducir el impacto ambiental y darle más oportunidades a los sectores más desfavorecidos.

                El proceso de urbanización en Venezuela es irreversible, ¡o nos montamos o nos encaramamos!

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