La ciudad de Caracas. Fuente: CaracasDesign |
El urbanismo es una disciplina que pudiéramos
llamar reciente. Nace, creo yo, de la necesidad de entender mejor el
funcionamiento del medio construido y, en especial, los asentamientos humanos. Desde
un punto de vista científico –hasta histórico [si lo estiramos un poco], la
arquitectura, la geografía, la sociología, la demografía y otras ciencias
sociales, se vieron un poco limitadas en su entendimiento parcial de un fenómeno
tan complejo y rico como es la ciudad. El urbanismo, nace entonces como una
forma de enfrentar al problema “ciudad” con un enfoque multidisciplinario.
Este problema o cuestión, se puede
ejemplificar de forma clara con una revisión rápida del tema de la urbanización
como proceso. Gordon McGranahan y David Satterthwaite, en un paper publicado este año
acerca de este tema, comienzan con una advertencia: los conceptos asociados al proceso
de urbanización todavía requieren revisión y es fundamental la claridad de estos conceptos para enfrentar
los nuevos retos que representa la expansión urbana en el Sur Global.
Estos conceptos y estas cuestiones,
son relevantes en la medida que arrojan pistas sobre los cambios que deben
darse en la forma en que entendemos la urbanización en Venezuela y hacia donde deberían
estar dirigidas las políticas públicas en esta materia.
Un
primer punto que establecen los autores es el tema de la diversidad de
conceptos e indicadores relacionado al tema de lo urbano.
·
En
primer lugar, lo urbano supone
diferentes cosas en diferentes lugares. Los autores argumentan que “incluso las estadísticas de población
urbana y rural de las Naciones Unidas dependen de las definiciones de urbano y
rural que varían según el país.” Esto quiere decir que un primer problema está
relacionado a los conceptos que se usan a nivel mundial y las repercusiones que
esto tiene a la hora de hacer políticas públicas. Resaltan los autores que, “Solo alrededor de un cuarto de los países utilizan
criterios relacionados a población y densidad, y aunque incluyan criterios demográficos,
estos criterios varían considerablemente”. En el caso de
Venezuela, el criterio demográfico que se utiliza es el de considerar
urbana a localidades con más de 2.500 habitantes. Esto quiere decir que el
proceso de urbanización se dio –al menos, de dos maneras: el éxodo de
localidades rurales a zonas urbanas [emblemático de la explosión petrolera] y
crecimiento de localidades rurales que adquieren el carácter urbano al pasar el
umbral poblacional establecido.
·
En
segundo lugar, se plantea la crítica a los diversos conceptos de urbanización. En este sentido los
autores lo definen como “el cambio de la población
de asentamientos rurales a urbanos”. Esto quiere decir que en el caso
Venezolano, los asentamientos rurales que pasan a ser urbanos bajo el criterio demográfico,
quedarían exentos de pertenecer al “proceso de urbanización” estrictamente
hablando. Sin embargo, el hecho de que Venezuela es un país altamente
urbanizado nos exime de alguna manera de este problema. Según el INE, la
población urbana en Venezuela representa el 88,8% de la población total.
·
En
tercer lugar, otro problema es el uso de “técnicas
de proyección urbana simplificadas y dependencia data censal”. Lo
importante de este punto es que los países que dependen de proyecciones de población
y que realizan censos muy separados en el tiempo [cada 10 años] –como sucede en
Venezuela, reduce la fiabilidad de las proyecciones y de las políticas que se
proponen con base en estos datos. Un problema que no podemos pasar por alto en
Venezuela.
De
esto se desprende que por un lado que Venezuela actualmente tiene un “bajo nivel de urbanización” porque la mayoría
de la población ya hizo la transición del medio rural al medio urbano; por
otro, que tener una población urbana exige entonces evaluar la política urbana
no desde una dicotomía urbano-rural [donde expresan los autores que es cada vez
más “difusa”] sino de la
multiplicidad de formas urbanas que existe en el país de cara a un ordenamiento
armónico de las ciudades.
Esta realidad urbana del país
demanda que evitemos el discurso anti-urbano, que enfoquemos las políticas públicas
en mejorar la calidad urbana de nuestras ciudades, y que estas políticas sean
lo suficientemente flexibles para que atiendan a las ciudades pequeñas, medianas y grandes.
Esto porque como mencionan McGranahan y Satterthwaite: “algunas de las más importantes ventajas urbanas, requieren infraestructura,
políticas y planificación que soporte la transición a ciudades más resilientes,
saludables y sostenibles”.
Las consecuencias más palpables de
este proceso y lo que implica en la realidad Venezolana, es que los cambios en
la población urbana de nuestras ciudades estarán dictados por migraciones inter-ciudad
y crecimiento [o decrecimiento] interno de la población, más que por
migraciones rural-urbanas. Como bien mencionan los autores: “la urbanización es un proceso abierto local
y mundialmente. Al nivel local, es muy difícil predecir qué ciudades serán exitosas
y cuales no; y sus consecuencias en las economías urbanas y rurales. Las diferencias,
por muy pequeñas que parezcan, y las decisiones que se tomen, harán toda la
diferencia”. Esto a mi manera de ver, impone mayor presión en las políticas
que se den a nivel local [es decir municipal y en algunos casos estadal], que
en políticas que puedan darse desde el nivel nacional. Sin embargo, no se puede
negar que deben darse cambios en las Leyes Nacionales para permitirle a los
Municipios la suficiente autonomía y flexibilidad para enfrentar estos cambios.
La dicotomía urbano-rural, que cada día
pierde más peso en Venezuela, empieza a entenderse ahora como una relación
entre lo urbano y lo rural donde el éxito del medio urbano dependerá de la relación
que tenga con el medio rural. Sobretodo porque gran parte de la población se
mueve no sólo entre lo urbano-rural sino también entre distintas formas de lo
urbano [sub-urbano, peri-urbano, urbano en sus distintas escalas y tamaños,
etc.] lo cual complejiza los aspectos políticos, administrativos y de planificación
intrínsecos al manejo de las ciudades.
El
nivel de urbanización en Venezuela también nos presenta un escenario de cara a
un desarrollo sostenible de nuestras políticas urbanas. En el último capítulo
del paper, McGranahan y Satterthwaite hablan de la relación entre urbanización y
desarrollo sostenible. El punto más importante de esta relación es –quizás, que
“la urbanización permite progresar en las
dimensiones económicas, sociales y ambientales” [referidas al desarrollo sostenible].
·
En
el aspecto económico, “la aglomeración urbana genera oportunidades económicas para
mayor especialización y producción, con menores costos de transporte y transacción”.
Sin embargo, la clave de aprovechar los beneficios económicos de la urbanización,
se centran en saber aprovechar las ventajas y reducir los aspectos negativos de
la aglomeración urbana como “la congestión
y el hacinamiento urbano”.
·
En
el aspecto social, el tema que cobra más importancia es “la pobreza y desigualdad urbana” que en Venezuela son característicos
de nuestras ciudades. Sin embargo, aunque los medios urbanos pueden aumentar
estas desigualdades, los autores argumentan que “las medidas para inhibir la urbanización pueden amplificar estas
desigualdades”.
·
En
el aspecto ambiental, se destaca el hecho de que se debe buscar promover los
beneficios ambientales que supone vivir en la ciudad y al mismo tiempo
asegurarse de que una ciudad eficiente y ambientalmente responsable no suponga
que se esté externalizando a otros lugares los efectos negativos. Otro factor
importante es el hecho –que no sorprende a nadie, que son “los sectores más pobres los que habitan zonas de baja calidad
ambiental y paradójicamente, son quienes emiten menos gases de efecto
invernadero”.
En
resumen, las implicaciones del proceso de urbanización en Venezuela son tres:
1. Es necesario definir criterios que
complementen el dato demográfico como factor decisivo para delimitar las áreas
rurales y urbanas. Esto debería además, permitir diferenciar entre las distintas
formas que puede tomar “lo urbano”.
2. Es imprescindible que los
municipios, o las ciudades [en Venezuela necesitamos empezar a trabajar con
organizaciones a nivel de ciudad –aunque esto representen áreas
intermunicipales], tengan mayor poder para gestionar sus políticas públicas, lo
cual incluye capacidad decisional, técnica y recursos.
3. Por último, la gobernanza en
nuestras ciudades será crucial para ser sostenibles. Solo a través de sistemas
de gobierno estables y eficientes será posible aprovechar los beneficios de la aglomeración
urbana, reducir sus efectos negativos, y transformar las ventajas económicas en
una mejora de la infraestructura de la ciudad para reducir el impacto ambiental
y darle más oportunidades a los sectores más desfavorecidos.
El
proceso de urbanización en Venezuela es irreversible, ¡o nos montamos o nos
encaramamos!
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