La política de vivienda venezolana
se ha caracterizado por una carrera infinita en la lucha contra el déficit. A
pesar de que han existido propuestas acertadas en el tema de vivienda –como la
compra preventiva de terrenos para urbanizar, el plan de rehabilitación de
barrios, entre otros–, la realidad es que la bandera política de los gobiernos
de la cuarta y, ahora, los de quinta ha sido solamente la construcción masiva
de viviendas.
Si hacemos un primer análisis ‘por encimita’ de los números, vemos que
el gobierno de Chávez ni con la Gran Misión Vivienda pudo
construir más viviendas que la cuarta, así lo veamos por períodos presidenciales
o en cifras totales. Pero aunque todos nos enfrasquemos en discutir quien hizo más,
la verdad de la historia es que la lucha contra el déficit es una carrera
perdida con un déficit
siempre creciente. Incluso si nos hacemos la idea de que es posible solventar
este problema en nuestro país, podemos analizar el ejemplo Chileno que
nos lleva años de experiencia en este tema. Con una política social de
viviendas caracterizada por altos subsidios y facilidades para la construcción masiva
de viviendas no se han logrado resolver problemas de hábitat urbano que son tan
o más importantes que la vivienda en sí misma. La respuesta viene dada porque
la construcción de viviendas no resuelve problemas de segregación, convivencia,
solidaridad, seguridad y tolerancia que son fundamentales para el desarrollo de
un hábitat de calidad.
Si hablamos de la Gran Misión
Vivienda, ni se diga del daño que está haciendo a nuestras ciudades. Sin
mencionar las más que publicitadas Ciudades Socialistas apartadas del centro de
la ciudad, segregadas y sin servicios en su mayoría, con unos precios que sólo
van en aumento y una vivienda regulada, se puede prever que la calidad tendera
a ser menor para cumplir con un presupuesto y un financiamiento. Todo ello si
obviamos que la mayoría de estas viviendas sociales no respetan las normas urbanísticas
más básicas como la Resolución
151 de Equipamientos Urbanos. Asomémonos en Fuerte Tiuna y veamos si esos
edificios que albergarán a miles de personas tienen algún parque vecinal, un
colegio, una guardería, comercios y todos esos equipamientos que por ley deben tener.
La realidad del problema de vivienda
es que hemos estado equivocados por mucho tiempo ¡La vivienda no es un
problema!
Aunque parezca en principio algo difícil
de creer, hagamos el ejercicio de asomarnos a cualquier barrio de Caracas para
darnos cuenta que hay una gran mayoría de la población que, mal que bien,
resuelve su problema de vivienda. Tenemos que dejar atrás modelos de concepción
de la vivienda como un producto final, como un objeto que solo se limita a su
estructura física. Cuando tenemos a más de la mitad de la población pidiendo por
servicios de calidad, salud y educación es cuando tenemos que darnos cuenta que
la vivienda sola no hace hábitat, no hace urbanismo y menos ciudad.
Como mencionaba al principio ya han
existido en Venezuela propuestas que apuntan a políticas de vivienda que
resuelvan los verdaderos problemas en este tema. El ejemplo de
Carlos Tablante cuando fue Gobernador de Aragua es ilustrador: su gestión se
basó en recuperar terrenos ociosos, “donde
se les pagaban a los dueños, se acometían obras de infraestructura y servicios
de agua, luz, cloacas, y se les adjudicaban las parcelas a los solicitantes
mediante el instituto regional de la vivienda.” Es decir, donde una política
de urbanismo sin hacer vivienda no sólo funciono sino que lo mando directo a un
segundo mandato como Gobernador.
Como he tratado de mostrar, es
necesario que se conjuguen los diferentes actores sociales y políticos para
resolver el verdadero problema: el de generar condiciones de habitabilidad de
calidad. Y para ello necesitaremos no solo políticas serias de urbanismo sino
un abanico de acciones –como la vivienda progresiva, lotes con servicios,
vivienda completa, etc. – que permitan superar el letargo de nuestras políticas
sociales. En caso contrario, seguiremos siendo víctimas de los fantasmas de la
cuarta y, ahora, de la quinta.
@jomagumo
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