Al hablar de inseguridad creo que es posible
afirmar que, de una u otra manera, todos podemos sentirnos identificados. Sin
embargo, la inseguridad sigue siendo uno de tantos problemas que más parece
escapárseles a nuestros gobernantes por la facilidad que encuentran para no
responsabilizarse. Por el contrario, ignoramos fácilmente otro problema de gran
importancia como lo es el deterioro de nuestras ciudades con la notable
diferencia de que esto es en gran parte responsabilidad de nuestros
gobernantes. Lo impactante aquí es que no lo hacemos porque estamos más
preocupados, y con razón, por otras cosas
como la inseguridad.
Pero, ¿Qué pueden tener en común estas
cuestiones tan disímiles? Pues más de lo que pensamos.
Una de las cosas que se aprende cuando uno
estudia urbanismo, es que todo lo que atañe a la ciudad está relacionado. La
ciudad es un sistema abierto, en tanto que diferentes problemas y soluciones se
relacionan entre sí. Lo físico, lo espacial, lo económico, lo político y
sobretodo lo social, conjugan en eso que llamamos ciudad. En consecuencia, se
vuelve mucho más simple darnos cuenta de que la inseguridad más allá de ser un
problema político y social, es también un problema urbano.
Nuestras ciudades, en vez de recibirnos e
invitarnos a recorrerlas, nos obligan cada vez más a escondernos: falta de
iluminación en las calles, falta de aceras, inexistencia de espacios públicos
de toda índole, espacios que no nos invitan a recorrerlos, etc… son realidades
que vuelven nuestras ciudades frías y solitarias. A medida que la ciudad nos
obliga a escondernos, cerramos calles y ponemos vigilancias, construimos muros
y nos alejamos unos de otros, exacerbando esa percepción de inseguridad que sentimos y relegando los espacios a
la inseguridad real que vivimos. Es
en esta huida hacia lo privado donde lo público queda a merced de la
delincuencia.
Nuestros objetivos tienen que estar enmarcados
en darles a nuestros ciudadanos ciudades para caminar, para recorrer, para
disfrutar y sobretodo, para sentirse seguros. Lograrlo requiere de gran
voluntad social y política. La clave está en reconocer nuevas estrategias para
devolverle al ciudadano la calle. No es solamente la necesidad de recuperar
espacios sino la de recuperar nuestro gentilicio, nuestro amor por la ciudad.
Es por ello que creo que es posible dar
respuestas a la inseguridad a través de mejores políticas urbanas y mejorando
la calidad de nuestros espacios. Pero estas trasformaciones toman tiempo,
porque para atender el problema de la inseguridad desde lo urbano, o desde
cualquier ámbito donde nos encontremos, hay que dejar de pensar a corto plazo.
@jomagumo
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