Cuando hablamos de los problemas que
sufre nuestro país nos vienen muchos a la mente: inseguridad, pobreza, falta de
empleo, desabastecimiento, colas, etc…; y, aun sin saberlo, una de las
principales consecuencias de la crisis política, social, económica, [inserte el
ámbito que desee], es la crisis de la ciudad venezolana. Lo positivo, dentro de
lo que cabe, es que poco a poco ha cambiado nuestra forma de ver la ciudad, y
hemos empezado a reclamar por mayores espacios para expresarnos. La búsqueda
del espacio público es una realidad y la falta de espacios para ‘hacer ciudad’ se transforman en una
oportunidad gigante para implementar nuevas estrategias de planificación y
gestión. Específicamente, para poner en práctica el Urbanismo Pop-Up.
El Urbanismo Pop-Up es una idea que lleva mucho tiempo en marcha. Sin
embargo, en los últimos años ha tenido alrededor de muchas ciudades en el mundo
una especie de renacimiento. Creo que una de las principales razones ha sido la
falta de recursos y el incremento de las presiones de sociedades que exigen más
espacios de expresión y espacios de disfrute de la ciudad. El abandono del
carro y el reencuentro con la calle ha sido, para mí, otra de las causas de
este renacimiento. Aunque al Urbanismo
Pop-Up se le llame de muchas maneras (Urbanismo
Temporal, Intermitente, Táctico, etc.), lo importante es que
bajo esta concepción del urbanismo buscamos intervenciones en la ciudad que
sean fáciles de hacer y, en la medida de lo posible, de alto impacto. Ejemplos
de Urbanismo Pop-Up en nuestras
ciudades divergen pero podemos mencionar algunos: los ‘pico y placa’, los
bazares, los mercados de fines de semana, entre otros.
¿Pero cómo sabemos qué es y qué no
es Urbanismo Pop-Up? Aunque es
difícil precisarlo a priori, existen,
al menos, tres características generales que comparten todas estas
intervenciones. En primer lugar son en pequeña
escala: por su misma condición ‘itinerante’ deben ser fáciles y rápidas de
hacer por lo que no pueden ser de gran envergadura. En segundo lugar tienen que
ser poco costosas: ya que estas
intervenciones no buscan necesariamente cambios permanentes, las inversiones
respectivas deben estar acorde a lo que se pretende hacer. Por último, deben
ser temporales: esta condición es
fundamental porque el concepto de Pop-up está asociado a intervenciones
‘instantáneas’ o de rápido emplazamiento y remoción.
En Venezuela, creo que existe un
potencial gigantesco para este tipo de intervenciones y por muchas razones: la
falta de recursos, la necesidad de generar espacios públicos de calidad, las
presiones sociales, el cambio a nuevos métodos de planificación como la
planificación estrategia, entre otros. Desde distintos puntos de vista es
notoria la potencialidad que tiene este tipo de intervenciones. En este contexto que vivimos, el Urbanismo Pop-up, como una estrategia de
hacer ciudad, tiene los ingredientes para ser factible política, social y
económicamente.
A pesar de ello existen ciertas
limitaciones y/o interrogantes con respecto a la posibilidad de estas
intervenciones en nuestras ciudades. Estas limitaciones, en principio, van a
estar definidas por lo que la Ley permita o no respecto a estas actuaciones,
por lo que predominan las interrogantes. Lo que resulta crucial preguntarse
entonces, es cómo se van a insertar estas actuaciones dentro del sistema de
planes, si es necesario una Ley para regular estas intervenciones, cómo se va a
dar el financiamiento, si pueden ser ejecutados por privados o solo por el
Estado en sus diversos ámbitos, y muchas otras.
Lo que si resulta acertado decir, es
que existe una necesidad de generar estos espacios de encuentro que a través de
los mecanismos actuales no se han ofrecido. Es por ello que hace falta buscar
otros mecanismos de gestión que permitan transforma el entorno urbano, así sea
de forma temporal o experimental a la plan
piloto. El potencial que tiene el Urbanismo
Pop-up para transformar los espacios, así sea de forma temporal, sienta las
bases para realizar cambios permanentes. Estamos en una situación, pienso, que
no se da el lujo de la inacción. Y es por eso que actuaciones de este tipo, que
no requieren sacrificar el frágil y preciado capital político, social y
económico de los gobiernos de turno, son los laboratorios urbanos que
necesitamos para reactivar la transformación urbana de nuestras ciudades.
@jomagumo
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