jueves, 7 de agosto de 2014

Reimaginando la Planificación en 6 puntos


Las nuevas practicas urbanas deberian ser una construccion colectiva. Fuente: www.nextcity.org


Hace poco me topé con un artículo en inglés titulado “Reimaginando la Planificación en el Sur Global Urbano” [el Sur Global es todo el hemisferio sur del planeta] en donde hablan, en corto, de 6 puntos que el autor considera claves para transformar la forma en la que pensamos. En Venezuela no hay duda de que necesitamos actualizar las formas y los contenidos con los cuales se desarrolla el urbanismo en el país. El hecho de que nuestras leyes en materia de urbanismo daten de la década de los 80s dice mucho de la ardua tarea que queda por hacer. Sin embargo, no por ello debemos dejar de pensar en los cambios que deben darse en la práctica del urbanismo en nuestro país.



Si tuviéramos que analizar cuales pudieran ser los cambios necesarios para mejorar nuestro urbanismo, sin duda ayudaría reflexionar en esos 6 puntos de los que habla el artículo. Estos puntos serán tocados de la siguiente forma: en cursiva un resumen de lo que plantea el articulo seguido de un comentario. ¡Aquí les va!

1.       Reimaginar la planificación es un proceso normativo. Existe una pregunta crucial en el tema de la planificación relacionada con los valores y la visión con la que construimos ciudad. Un elemento fundamental se la capacidad de construir ciudad con base en el tipo de sociedad en la que queremos vivir. “La democracia importa en todo esto – es una posición política”. Sin duda alguna lo fundamental es entender que hacer ciudad es un proceso político más que cualquier otra cosa. El urbanista, o el hacedor de ciudad, debe entender que cumple un rol político; el rol de conjugar, o de guiar en la construcción de, una propuesta donde confluyan los intereses, necesidades y aspiraciones de un conjunto disímil de grupos de personas. Estas relaciones de poder, y el producto de esas relaciones expresada en el espacio urbano construido, son en parte lo que vemos en nuestras ciudades. En Venezuela, estas relaciones de poder sugieren que la ciudad seguirá dividida en cuanto las prácticas generan dinámicas de división. Los cambios normativos que pide el urbanismo en nuestro país, deben buscar un proceso más democrático.

2.       Reimaginar la planificación requerirá replantear nuestro entendimiento de las ciudades y de la planificación.  Aunque se habla de planificación y práctica, la teoría importa. Pero una teoría accionable. Se habla de cambios fundamentales de los paradigmas. Y son estos cambios los que necesitamos para confrontar una agenda transformativa. Muchos tipos de urbanismo y de planificación existen actualmente. Urbanismo táctico, planificación normativa, estratégica, etc. Pero lo que resulta más importante, es tener un enfoque mucho más pragmático que teórico. O mejor, una teoría que pueda ser puesta en práctica de forma más rápida y asequible a la mayoría de la población. Un modelo que permita enfocarse no en los productos sino en los procesos que están situados en centro del quehacer urbano. Como así sucede en el urbanismo táctico o en la planificación estratégica, los procesos no están definidos. En muchos casos se busca reforzar no solo el resultado sino también los procesos que intervienen en el. La construcción de la ciudad no solo dependerá de los resultados positivos o negativos que tengamos, sino de las redes y vínculos que se generen en la construcción de esas soluciones. La planificación entendida como un proceso horizontal más que vertical exige cambios transformativos.

3.       Reimaginar la planificación será un proceso negociado, que involucra dialogo y promoción. “Las soluciones no están en la planificación per se, sino en el dialogo entre el Estado y los otros”. El proceso negociado requerirá dialogo pero también liderazgo para que funcione y para que cambiemos la forma en que los gobiernos piensan en la urbanización, el urbanismo y la planificación. Pareciera un corolario de los puntos 1 y 2. Cambiar el paradigma actual requiere involucrar a todos los actores involucrados [básicamente a todo el mundo]. Las nuevas reglas del quehacer urbanístico deben ser necesariamente el resultado de un proceso de negociación donde el Estado, la ciudadanía y los técnicos discurran entre los diferentes mecanismos que existen para generar ciudad y escoger los más idóneos. La clave de estas negociaciones [si algún día llegan a darse] estarán en la capacidad de cada actor de movilizarse y promover la necesidad de ponernos de acuerdo en cómo vamos a vivir y cómo vamos a construir nuestro hábitat.

4.       Reimaginar la planificación requerirá involucrarse con el desarrollo institucional y organizacional. “¿Quién va a determinar nuestro futuro? Institucionalmente es una cuestión de gobernanza, es una cuestión política”. La brecha entre instituciones y personas aumenta. “La cuestión final es la cuestión sobre la regulación”. Lo que estamos buscando no es más regulación, sino mayor calidad. La especialización funcional no es un simple capricho. A medida que las ciudades y los procesos que interactúan en ellas se vuelven más complejos, más complejos serán sus habitantes y sus instituciones. Por complejo no nos referimos necesariamente a más complicado, pero si a más diverso. En este sentido estas nuevas normas del quehacer urbano tienen que estar enfocadas en generar oportunidades de intercambio y de creación. No solo es importante definir los roles, pero también la forma en que diferentes actores pueden trabajar en conjunto para resolver un problema. La construcción de ciudad implica el encuentro de recursos [humanos, técnicos, materiales, financieros, etc.] en múltiples escalas y momentos. Ya no podemos hablar de control urbano sino de cooperación y co-operación urbana.

5.       El desarrollo e implementación de estrategias de participación e innovación pueden generar una visión y proceso de planificación reimaginado. “Si hablamos de planificación, tenemos que hablar también de la práctica – de la acción”. “Sin importar de lo que hablemos acerca de las estrategias, la única cosa en la que todos estamos de acuerdo es en que la política siempre importa”. “¿Cómo lidiamos con la brecha entre el pensamiento radical y la acción colectiva?”. La participación puede darse de diversas formas y en diferentes niveles [local, regional, nacional, internacional]. Lo que es invaluable es desarrollar estas formas en las que las prácticas en la planificación pueden ser compartidas, probadas, desarrolladas, transformadas… En la medida en que generemos mayores oportunidades de encuentro en diferentes escalas y momentos, en esa misma medida podremos impulsar nuevas formas de ver y hacer ciudad.

6.       Reimaginar la planificación requerirá un proceso de aprendizaje continuo. “Supongo que uno de los retos más dramáticos ha sido la exhortación a desaprender”. “Hemos hablado de lo que se está aprendiendo, dónde se está aprendiendo, y cómo se está aprendiendo”. “Claramente tenemos que mejorar en cómo aprendemos a través de diferentes experiencias”. El reto no es necesariamente “desaprender”, sino aprender con la mentalidad de que no existe solución final en el quehacer urbano. Cada cierto tiempo se romperán paradigmas, formas y teorías que sustentas las prácticas actuales. Este constante cambio pudiéramos asumirlo como propio del hombre, pero también como propio de la ciudad. Ambos como organismos vivos, que crecen, cambian, se mueven, producen y consumen, están inexorablemente en constante movimiento so pena de morir. Así también debería ser la práctica urbana, siempre en movimiento siempre cambiando junto con los retos y necesidades de la ciudad y el quehacer urbano.

@jomagumo

El artículo citado al inicio del post fue escrito con motivo de la conferencia conmemorativa del aniversario 60 del ‘Development Planning Unit’ de la University College of London, titulado “Reimaginando la Planificación en el Sur Global Urbano”.

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