viernes, 15 de agosto de 2014

La ciudad que tenemos y la ciudad que queremos…


En los Paises Bajos la gente es mas feliz en bicicleta. Fuente: The Happy City

 No existe nada más cierto que la afirmación de que el urbanismo, es decir hacer ciudad, es un quehacer político. No existe un ámbito donde las decisiones tengan repercusiones tan dramáticas que el ámbito urbano. La ciudad, el escenario central donde transcurre toda nuestra existencia [al menos en Venezuela donde más del 85% de la población es urbana], nos transforma de maneras que pocas veces pueden ser percibidas. De la misma forma, las decisiones que nosotros tomamos dentro de ella la definen.


Sin embargo, si tenemos que hablar de un punto importante de esta tarea de hacer ciudad, sin duda tenemos que hacer hincapié en las formas. Si la ciudad es para el carro, para la bicicleta, para caminarla o moverse en transporte público, si la ciudad tiene espacios públicos o nos obliga a encerrarnos en centros comerciales para ofrecernos entretenimiento, tenemos que evaluar quienes y como se toma esas decisiones. Dichas decisiones, que transforman la manera en la que se ve y actúa la ciudad, no son producto del capitalismo ni de una acción espontanea de los agentes de la ciudad. Son decisiones, calculadas o no, de agentes políticos.

Pero para cambiar la ciudad, es necesario un accionar que trascienda lo político. No podemos seguir pensando en modelos anacrónicos de “borrón y cuenta nueva” para mejorar la ciudad. Pensar que la ciudad puede ser diferente es el primer paso para transformarla. Exigir mayor libertad para experimentar en ella tiene que ser el primer paso.

Aunque ya lo comente en un post anterior, estoy leyendo un libro acerca de cómo podemos aumentar la felicidad en una ciudad a través del diseño urbano [se llama Happy City], y me llamo la atención una imagen [que esta al inicio del post] sobre un estudio que se realizó en los Países Bajos. En este estudio, se les preguntó a las personas los sentimientos [felicidad, miedo, ira, tristeza] que les provocaban distintos modos de transporte [bicicleta, carro y transporte público]. Sorprendentemente, el modo que les provocaba más felicidad era la bicicleta. Lo que no es sorprendente, es que las ciudades en los Países Bajos están hechas para las bicicletas.

Caracas [pro-carro] vs Amsterdam [pro-bicicleta] a escala 1km. Fuente: Google Maps

Lo que resulta curioso, es que una ciudad hecha para el carro difícilmente hará que sintamos más felicidad de usarlo. No curiosamente, una ciudad que está hecha para el carro se llenará de carros; una ciudad hecha para las bicicletas se llenará de bicicletas [en muchas de estas ciudades europeas pro-bicicleta hasta un 60% de las personas se mueve en ellas]; y una ciudad hecha para las personas se llenará de personas. ¿Qué tiene que ver la felicidad en esto? Pues que una ciudad sin gente en las calles, siempre será una ciudad más triste.

Entonces me pregunto… ¿Cómo es posible que esas ciudades hayan logrado que la bicicleta funcione como medio de transporte? La respuesta es fácil. Mientras que mucha gente tomo el modelo moderno [le corbusiano si se quiere] de grandes autopistas, espacios verdes y rascacielos, estas ciudades decidieron mantenerse compactas y dar prioridad al caminar y a la bicicleta por sobre el carro. Así como aquellas decisiones lograron transformar su ciudad, así también la ciudad los transformo a ellos. Hoy que estamos llegando a los límites de las ciudades carro-céntricas, estas [no tan] pequeñas ciudades están empezando a mostrarnos el camino, no sólo hacia una ciudad que está hecha hacia el peatón sino definitivamente a una ciudad más feliz.

"No Camine" vs "Camine". Fuente: Happy City

La moraleja no es necesariamente que tenemos que hacer ciudades para las bicicletas [que me parece en sí mismo una idea excelente] pero sí que las decisiones que tomamos sobre las formas que le damos a las ciudades nos afectan. Existen una relación importante entre el diseño de la ciudad y nuestro comportamiento. Una ciudad hecha para cualquier cosa que no sea la persona, tendera a deshumanizarnos. Solo en el reencuentro de la sociedad en la calle, construyendo ciudad, será posible transformar nuestras ciudades hacia nuevos paradigmas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario