lunes, 18 de agosto de 2014

3 Razones para Democratizar el Espacio Público



 
Espacio requerido por modo de transporte. Fuente: Happy City / Instituto de Politicas de Transporte de Victoria

No es la primera vez que hablamos en el blog acerca del espacio público y del porqué es necesario reclamarlo para el peatón. Hemos hablado, por ejemplo, de las ventajas del caminar, del tiempo que perdemos en el carro cada año y la importancia de las formas de la ciudad para ayudarnos a hacer el cambio de forma más fácil. Sin embargo, por donde quiera que miremos, podremos encontrar nuevas razones por las cuales apoyar medidas que permitan darle mayor importancia al peatón en el espacio público [lo que significaría reducir el espacio para los vehículos particulares].


Antes de entrar en estas 3 razones, es importante entender a qué me refiero cuando hablo de democratizar el espacio público. No queremos hablar de algo político necesariamente, aunque de político tiene mucho. Porque democratizar no es colocar el destino de lo público en una votación o en una asamblea, aunque sean instrumentos validos de toma de decisiones. Lo que resulta fundamental al hablar de democratización, es el hecho de que el espacio público debe atender de la forma más eficiente y equitativa posible las diferentes necesidades de las personas que lo utilizan y/o disfrutan.

Pero… ¿Cuáles son esas necesidades? O mejor… ¿Qué necesidades está resolviendo actualmente el espacio público? Si tenemos que definirlo de forma simple y rápida, el espacio público se entiende como todo aquello que existe fuera de lo privado. En esta simple separación del espacio podemos incluir a las plazas, parques, aceras, calles, y hasta las autopistas como espacio público. En resumen, las necesidades que el espacio público quiere atender se agrupan a primera vista en dos: movilidad y recreación.

                Teniendo esto en cuenta, podemos hablar entonces de 3 razones [o principios] que deberían ser considerados a la hora de intervenir o diseñar el espacio público.

1.       El Principio Económico: este principio se centra en una realidad que es ineludible. No podemos gastar más de lo que ingresa. Esto quiere decir que es necesario realizar las inversiones que duren más y atiendan a más personas. En este sentido, la reducción del espacio público destinado a la movilidad de los vehículos particulares es la respuesta con más sentido. Primero porque es este tipo de movilidad el que genera más desgaste per cápita (sobre todo en Venezuela donde el número de pasajeros por carro es muy bajo). Segundo porque tiene más sentido dedicar mayor cantidad de espacio público a vías exclusivas para autobuses o a ampliar las aceras si mayor cantidad de personas realizan viajes a pie y en autobús que en carro. Tercero, porque a mayor espacio que se le da al peatón y al transporte masivo, es posible reconfigurar las calles para generar oportunidades de creación de riqueza. Este último punto es importante porque lo que realmente les interesa a las tiendas no es la cantidad de carros que puedan llegar al establecimiento, sino la cantidad de clientes.

2.       El Principio Social: este principio está centrado en la necesidad de que las inversiones estén enfocadas en los grupos más grandes. Este principio no quiere decir que la inversión en el espacio público no sea social, sino que no está enfocada necesariamente a grupos que requieran especial atención (pobreza crónica, minusválidos, etc.). Como política pública, el espacio público tiene que estar destinado al venezolano promedio, uno cuyo ingreso es bajo, no tiene carro y sus oportunidades de recreación son muy limitadas. Es por ello que la inversión en espacio público tiene que estar destinada a crear espacios de recreación de calidad o espacios de movilidad a bajo costo es decir en vehículos de tracción de sangre (a pie, bicicleta, etc.) o en transporte masivo.

3.       El Principio Institucional: una de las principales razones por las que el principio institucional es fundamental, es porque aunque quisiéramos ignorar los otros dos principios, todo el tema de cómo se utiliza el espacio público depende de quienes tomen las decisiones. Como bien diría Jane Jacobs en su libro “Muerte y Vida de las Grandes Ciudades Americanas”, la idea de la acera es una abstracción. Es decir, el hecho de que la acera sea acera y la calle una calle, y que las personas no puedan caminar en la calle o el carro no pueda andar en la acera, son técnicamente decisiones de algún burócrata. La acera y la calle, existen en tanto alguien las haya diseñado y contemplado como tal. El espacio público como lo conocemos, es decir aceras pequeñas y calles amplias que sólo sirven para congestionar la ciudad, fue creado de esa manera. Esto quiere decir que es posible revertir el proceso. Porque la ciudad ni nació con carro ni morirá con él, ella seguirá transformándose en la medida que quienes se encuentran en la posición de tomar decisiones quieran atreverse a experimentar.

                Por último, sólo queda decir que al final de día, la ciudad cuenta únicamente con el espacio para crearse y reinventarse. El espacio privado, el espacio público, el espacio para convivir, el espacio para movernos y todos los demás espacios que están o que queramos inventarle a la ciudad para seguir experimentando, tendrán éxito en la medida que estén hechas para oxigenar y dar vitalidad a la ciudad. Porque la ciudad no necesita de carros para vivir, necesita de personas. Para poder hacer ciudad, siempre hay que tener presente a estos últimos…

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