En los Paises Bajos la gente es mas feliz en bicicleta. Fuente: The Happy City |
No existe nada más cierto que la afirmación
de que el urbanismo, es decir hacer ciudad, es un quehacer político. No existe
un ámbito donde las decisiones tengan repercusiones tan dramáticas que el ámbito
urbano. La ciudad, el escenario central donde transcurre toda nuestra
existencia [al menos en Venezuela donde más del 85% de la población es urbana],
nos transforma de maneras que pocas veces pueden ser percibidas. De la misma
forma, las decisiones que nosotros tomamos dentro de ella la definen.
Sin embargo, si tenemos que hablar
de un punto importante de esta tarea de hacer ciudad, sin duda tenemos que
hacer hincapié en las formas. Si la ciudad es para el carro, para la bicicleta,
para caminarla o moverse en transporte público, si la ciudad tiene espacios públicos
o nos obliga a encerrarnos en centros comerciales para ofrecernos
entretenimiento, tenemos que evaluar quienes y como se toma esas decisiones.
Dichas decisiones, que transforman la manera en la que se ve y actúa la ciudad,
no son producto del capitalismo ni de una acción espontanea de los agentes de
la ciudad. Son decisiones, calculadas o no, de agentes políticos.
Pero para cambiar la ciudad, es
necesario un accionar que trascienda lo político. No podemos seguir pensando en
modelos anacrónicos de “borrón y cuenta nueva” para mejorar la ciudad. Pensar
que la ciudad puede ser diferente es el primer paso para transformarla. Exigir
mayor libertad para experimentar en ella tiene que ser el primer paso.
Aunque ya lo comente en un post
anterior, estoy leyendo un libro acerca de cómo podemos aumentar la felicidad
en una ciudad a través del diseño urbano [se llama Happy
City], y me llamo la atención una imagen [que esta al inicio del post]
sobre un estudio que se realizó en los Países Bajos. En este estudio, se les
preguntó a las personas los sentimientos [felicidad, miedo, ira, tristeza] que
les provocaban distintos modos de transporte [bicicleta, carro y transporte público].
Sorprendentemente, el modo que les provocaba más felicidad era la bicicleta. Lo
que no es sorprendente, es que las ciudades en los Países Bajos están hechas
para las bicicletas.
Caracas [pro-carro] vs Amsterdam [pro-bicicleta] a escala 1km. Fuente: Google Maps |
Lo que resulta curioso, es que una
ciudad hecha para el carro difícilmente hará que sintamos más felicidad de
usarlo. No curiosamente, una ciudad que está hecha para el carro se llenará de
carros; una ciudad hecha para las bicicletas se llenará de bicicletas [en muchas
de estas ciudades europeas pro-bicicleta hasta un 60% de las personas se mueve
en ellas]; y una ciudad hecha para las personas se llenará de personas. ¿Qué
tiene que ver la felicidad en esto? Pues que una ciudad sin gente en las calles,
siempre será una ciudad más triste.
Entonces me pregunto… ¿Cómo es
posible que esas ciudades hayan logrado que la bicicleta funcione como medio de
transporte? La respuesta es fácil. Mientras que mucha gente tomo el modelo
moderno [le corbusiano si se quiere]
de grandes autopistas, espacios verdes y rascacielos, estas ciudades decidieron
mantenerse compactas y dar prioridad al caminar y a la bicicleta por sobre el
carro. Así como aquellas decisiones lograron transformar su ciudad, así también
la ciudad los transformo a ellos. Hoy que estamos llegando a los límites de las
ciudades carro-céntricas, estas [no tan] pequeñas ciudades están empezando a
mostrarnos el camino, no sólo hacia una ciudad que está hecha hacia el peatón
sino definitivamente a una ciudad más feliz.
"No Camine" vs "Camine". Fuente: Happy City |
La moraleja no es necesariamente que
tenemos que hacer ciudades para las bicicletas [que me parece en sí mismo una
idea excelente] pero sí que las decisiones que tomamos sobre las formas que le
damos a las ciudades nos afectan. Existen una relación importante entre el diseño
de la ciudad y nuestro comportamiento. Una ciudad hecha para cualquier cosa que
no sea la persona, tendera a deshumanizarnos. Solo en el reencuentro de la
sociedad en la calle, construyendo ciudad, será posible transformar nuestras
ciudades hacia nuevos paradigmas.
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